Títeres

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jueves, diciembre 28, 2017
Cuando notó que su vacío se deshacía, 
que su velo se destapaba, 
que sus entrañas despertaban, 
se sintió extraño.

Extraño por llevar años siendo un autómata que movía un cuerpo, 
extraño por abrir los ojos, 
por destrenzar las pestañas.

La anestesia desaparecía poco a poco, 
salía por cada poro, 
en cada exhalación,
cada risa,
cada lágrima.
 
Cada día dolía intensamente 
y le gustaba.

El dolor de estar vivo.


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