Mariposas

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sábado, marzo 24, 2018
Tengo una enredadera.
Una, que me sube por los tobillos 
y se me agarra a las entrañas.
Y me estruja, 
la muy puta, 
me estruja los adentros 
hasta que me quedo sin aire.

Y luego me suelta, 
y bailo, bailo, bailo 
hasta que no soy yo más.

Me convierto en aire y en música,
 libre, 
centésimas, 
nanosegundos de libertad absoluta.

Microyos bailando con mariposas muertas, 
enredadas en la enredadera que me oprime, 
que me ancla al suelo 
y tira de mi hacia abajo.

Y entonces descubro 
que bailar en el suelo me gusta, 
que tocar tierra es bien, 
que las raíces se echan solas,
quieras o no, 
y ser quien eres te hace libre.

Y aceptas la enredadera, 
dejas que se amolde a tu cuerpo, 
por dentro,
que se haga parte de ti.

Y entonces,
solo entonces,
cuando estás al borde de tu propio abismo,
las mariposas reviven.

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