Rituales
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En cuestión de segundos se le quitaron las tiritas y se le abrieron los puntos, pero no sangró, solo dolía.
Dolía como si un cuchillo afilado desgarrase despacio cada una de esas cicatrices. Dolía respirar cada vez que el aire entraba o salía. Dolía y parecía que se asfixiaba.
En cuestión de minutos dejó de doler. Las heridas abiertas latían en su cabeza como martillazos, pero no dolía. Intentó llamar a la costurera pero no pudo, y se remendó las costuras como ella sabía. No era una pieza rota, nunca más, nunca lo fue, nunca lo quiso.
Cogió el bastón y siguió dando palos de ciego hacia adelante, haciendo lo que mejor sabía hacer, recomponerse. Empezar, empezar, empezar.
Comenzar de cero, una de sus mayores habilidades y debilidades.
Pensó en volar, en ser invisible, en la máquina del tiempo, en soplar velas sin cumpleaños, en la nieve en invierno.
Mientras terminaba de dar los últimos puntos a sus heridas de guerra.
Una última lágrima con la primera sonrisa.
Paz.
Dolía como si un cuchillo afilado desgarrase despacio cada una de esas cicatrices. Dolía respirar cada vez que el aire entraba o salía. Dolía y parecía que se asfixiaba.
En cuestión de minutos dejó de doler. Las heridas abiertas latían en su cabeza como martillazos, pero no dolía. Intentó llamar a la costurera pero no pudo, y se remendó las costuras como ella sabía. No era una pieza rota, nunca más, nunca lo fue, nunca lo quiso.
Cogió el bastón y siguió dando palos de ciego hacia adelante, haciendo lo que mejor sabía hacer, recomponerse. Empezar, empezar, empezar.
Comenzar de cero, una de sus mayores habilidades y debilidades.
Pensó en volar, en ser invisible, en la máquina del tiempo, en soplar velas sin cumpleaños, en la nieve en invierno.
Mientras terminaba de dar los últimos puntos a sus heridas de guerra.
Una última lágrima con la primera sonrisa.
Paz.
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